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La traqueostomía es un procedimiento quirúrgico que consiste en la realización de una apertura en la pared anterior de la tráquea para establecer una vía aérea segura. El orificio creado en la tráquea que se continúa con la piel del cuello se define como traqueostoma.

Todo paciente que es sometido a una traqueostomía pierde la capacidad para humidificar y calentar el aire inspirado. Tiene mayor riesgo de alteraciones en la mecánica de deglución y del reflejo tusígeno (vinculado con un mal manejo de secreciones) y, por tanto, aumenta el riesgo de infecciones del tracto respiratorio inferior. Además, genera disminución del espacio muerto (entre 60-70 ml) y pérdida de la presión positiva al final de la espiración (mediada por la actividad de la glotis), incidiendo en una menor capacidad funcional residual y en un incremento del riesgo de atelectasias. Con frecuencia el neumólogo participa en la evaluación de pacientes con traqueostomía, de ahí la importancia de conocer el manejo adecuado.

La traqueostomía puede realizarse de forma quirúrgica abierta o percutánea. La técnica percutánea es más rápida, no requiere trasladar al paciente de cuidados críticos y es más barata debido a que no precisa realizar en el quirófano. Por ello en aquellos pacientes en los que sea posible, la técnica percutánea es de elección.

CUIDADOS DOMICILIARIOS DEL PACIENTE TRAQUEOSTOMIZADO

Una vez que el paciente ha sido dado de alta y ha vuelto a su domicilio, tiene que continuar con el tratamiento y seguimiento prescritos por su médico, así como con los cuidados aprendidos durante su ingreso, entre los que le resaltamos y recomendamos los siguientes: la importancia de una buena higiene del estoma evitando así la formación de costras, y teniendo en cuenta los beneficios de los apósitos traqueales para proteger la piel.

Las normas recomendadas a seguir son: lavado de manos antes y después de tocar el estoma; mantener limpia y seca la piel circundante; los primeros días tras el alta, se aconseja la utilización de algún antiséptico del tipo de la povidona yodada; observar el aspecto del estoma vigilando signos de infección; cubrir con un pequeño babero la piel que rodea el orificio; asegurar bien la cánula con una cinta alrededor del cuello de forma segura y cómoda.

Limpieza de la cánula

Es imprescindible mantener limpia la cánula, sin secreciones resecas adheridas en sus paredes y que podrían ser causa de obstrucción. Para su limpieza debe sacarse la parte interna de la externa, limpiar la cánula con ayuda de un cepillo o una gasa con agua y jabón neutro, dejarla durante 10-20 minutos en agua oxigenada templada y secar la cánula posteriormente al aire. La cánula de plata se puede hervir en agua con bicarbonato, cada dos o tres días.

Cambio de cánula

Se recomienda el primer cambio de cánula entre 7-14 días tras su colocación. Posteriormente, la frecuencia del cambio dependerá de las condiciones del enfermo y de las necesidades clínicas. Se deben conocer las recomendaciones del fabricante. En general, se recomienda cambiar la cánula completa entre 30-90 días.

Favorecer una expectoración y evitar tapones de moco

Se aconseja, en primer lugar, controlar la humedad de la casa mediante un humidificador, especialmente por la noche. Posteriormente, evitar secreciones y sequedades y, si fuera necesario, es útil el uso de un aspirador de secreciones.

FUENTE:

www.neumosur.net